lunes, 26 de enero de 2015

Vigencia de Schafik

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FMLN: EL PENSAMIENTO VIGENTE DE SCHAFIK HANDAL
Oscar A. Fernández O.

"Imputar la revolución a los hombres es imputar la marea a las olas" Víctor Hugo

Aunque no siempre ha sido así, nuestra historia moderna se ha constituido sobre la base de la injusticia que actualmente se evidencia en el franco y acelerado deterioro social, con la miseria y la exclusión cada vez mayores de un lado y la opulencia y la riqueza concentrada del otro. Una acumulación histórica agravada en los recién pasados veinte años de gobiernos areneros, impulsadores del neoliberalismo más dogmático, con el que casi destruyeron el Estado y mercantilizaron la vida de este país con sus brutales consecuencias de deterioro social y violencia, de las que ya hemos hablado en muchas ocasiones. 

Esta injusticia estructural genera nuevamente el enfrentamiento de clases, hoy más complejo y problemático, porque a la explotación laboral se le suma la exclusión social, que personifica la desesperación de millones de salvadoreños sin futuro. El pensamiento revolucionario salvadoreño y latinoamericano, que Schafik Handal ayudó a concebir y llevó a la práctica toda su vida, sostiene firmemente que una sociedad como la nuestra se puede cambiar y que otra realidad mejor es posible: una realidad de justicia, equidad, democracia, solidaridad y paz. 

Enfrentando día a día esta opinión, los poderosos medios de comunicación hoy transformados en verdaderos aparatos políticos contra el gobierno y el FMLN, no se cansan de desacreditar las ideas revolucionarias de justicia e igualdad. Schafik, reputado e incorruptible luchador revolucionario, valientemente hizo frente todos los días, con su argumento objetivo y apasionado a esta guerra sucia, que hoy se ha incrementado.

Uno de los ejes de dominación en la estrategia de la oligarquía salvadoreña y de los capitalistas que representan la ultraderecha, es que la desigualdad es innata y que pretender la igualdad va contra la “naturaleza humana”. Nos hacen creer que el sistema actual de dominación es el único posible, pues dominadores y dominados siempre han existido. Nuestra convicción de que esto es mentira, se sustenta en que las ciencias relacionadas con la historia de la humanidad demuestran que durante varias decenas de miles de años nuestros antepasados vivieron sin economías de mercados ni sociedades divididas en clases. La humanidad no nació históricamente con el poder del capital y la policía bajo el brazo. 

El resquebrajado pero aún vivo partido ultraderechista ARENA, portadores del estandarte fascista en esta nueva época que hemos empezado a escribir, sigue añorando las viejas consignas de “El Salvador será la tumba donde los rojos terminarán” (sic), se regodean en sus fanáticas asambleas pensando en nuevas formas de dictaduras para consolidar su poder de antaño y continúan repitiendo las mentiras sobre un falso desarrollo social construido por ellos. La pobreza, el desempleo, la persecución policial de las clases pobres, la desesperación por comer y por tener acceso a una demolida y abandonada salud pública, son remantes sin duda de ese viejo y brutal pensamiento, enquistado sobretodo en los círculos del poder fáctico económico y político. 

No obstante su discurso populista con el que pretenden desprestigiar los esfuerzos y resultados del gobierno del FMLN, en este país de brutales contrastes sociales heredados, hoy los capitalistas son más ricos que nunca, la explotación al trabajador es mayor y los grandes señores del dinero sucio se pavonean impunes como admirados empresarios. Pero a pesar de esto, los cambios que indican nuevos rumbos sociales, se han institucionalizado en función de paliar la desigualdad tradicional.

La ética revolucionaria en esta lucha que libramos, se constituye en el escudo espartano con el cual repelemos toda posibilidad de claudicación. Entendemos por ética revolucionaria una práctica humanista de los sujetos políticos que están comprometidos en la teoría y la acción con la justicia social, con el cambio de la sociedad fundada en la desigualdad y con el socialismo.

La lucha comprometida de Schafik y de los miles que lo acompañamos, construida sobre esta conducta revolucionaria, fue y sigue siendo desde su inicio, fundar una democracia efectiva que nos lleve por el camino del nuevo país, el nuevo El Salvador, una nación soberana, digna y constructora de su futuro, sin que otros nos dicten lo que tenemos que hacer, y dónde la impunidad del poderoso sea sometida por la justicia.

En este noveno aniversario de su partida, el principal legado de éste líder a la izquierda revolucionaria salvadoreña y al pueblo explotado, es la creación de los instrumentos históricos en la lucha por vertebrar las fuerzas sociales progresistas, la interiorización por la revitalización de la ideología socialista y el afinamiento de la estrategia de poder como una acción diaria. El no continuar enriqueciendo estos aspectos, significaría creer que la razón nos asiste por obra y gracia divina. Un error que puede ser fatal, por que la historia no cae como fruta madura.

Por eso el partido debe ser unido, con métodos adecuados para manejar las diferencias y promulgar la camaradería, sin rehuir al debate: “Cuando propugno por la unidad del Partido -insistía Schafik- no estoy hablando de pegar con chicle grupos que se forman con intereses electorales y tampoco hablo de tranzar sin principios. Eso sería reducir la unidad sólo a estar todos juntos, con el FMLN como techo común. Esa no es unidad, deja de lado la misión revolucionaria del Partido y su capacidad de cumplirla. El principal combate ideológico deberá dirigirse contra el mezquino interés electorero y la ambición de adquirir poder personal, contra la corrupción, el oportunismo y el arribismo” (www.marxist.org

El partido FMLN y su liderazgo, producto de la acumulación histórica de la lucha revolucionaria político y militar del pueblo, sabe que la renovación ideológica es una necesidad histórica, que es además una renovación cultural que comprende la cultura como parte del proceso de la vida, lo cual nos lleva a la reflexión siguiente: que no hay ideologías acabadas, pues estas se construyen y se fortalecen en la lucha diaria. El pensamiento objetivo socialista y la actitud revolucionaria, se renuevan cada mañana al despertarnos. Debemos abrirnos sin elitismos a lo que viene del pueblo porque la idea central es igualdad y justicia, binomio esencial de un nuevo mundo. En esto insistía el camarada Schafik, lo recuerdo como si fuera ayer, mientras sus palabras nos instruían a los más jóvenes de aquellos gloriosos años de lucha, cuando le acompañábamos en sus viajes por el mundo, explicando el origen y avances de nuestra lucha en El Salvador.

Las ideas revolucionarias universales retomadas y enriquecidas por Schafik, requieren que los objetivos morales y éticos abarquen toda clase de injusticia existente, sobre todo aquellas que provocan la diferencia entre la opulencia de pocos frente a los miles que ven morir a sus hijos diariamente, sin que nadie los ayude. Por eso insistía, que la gran cuestión de este siglo es más democracia y redistribución equitativa de la riqueza, generada por el pueblo y por el empeño de los empresarios que más allá de sus ganancias, trabajan por el desarrollo de la nación, ya que las fuerzas del mercado por sí solas y sin ningún control, son incapaces de actuar sin producir distorsiones y grandes desequilibrios sociales. Schafik con su característica visión de líder, sostenía que nuevas épocas de cambios revolucionarios se avecinaban para América Latina y el Mundo.

El liderazgo de Schafik y sus herederos, se configura a partir de su capacidad de entender estos complejos fenómenos como procesos cambiantes de acuerdo al contexto en que se desarrollan y por eso su pensamiento y su compromiso siguen vigentes. Siempre supo y nos enseñó que la historia no era lineal, que lo único fatal que existe es la muerte, que no hay azar, que la vida son circunstancias y que la creación de una realidad mejor sólo puede ser obra de los pueblos, motores universales de la historia. A veintitrés años de aquellos acuerdos que han cambiado la historia en este país, su recuerdo y el de todos los que dieron su vida por este sueño que ya ha comenzado a ser realidad, nos ilumina y nos obliga a ser mejores para seguir sin cansancio hacia adelante, al lado de nuestro pueblo. Hasta la victoria siempre compañero Schafik.
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jueves, 22 de enero de 2015

Giuliani y "las ventanas rotas"

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Las negrillas y subrayados son para efectos de estudio. 
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LAS "VENTANAS ROTAS" DE RUDOLPH GIULIANI
Oscar A. Fernández O. 
 
"Lo característico de la vida actual no son la inseguridad y la crueldad, sino el desasosiego y la pobreza."
George Orwell

Los robos pequeños pueden llevar a la gente a la cárcel con más rapidez que algún delito grave, debido, entre otros factores, a una política de endurecimiento contra los marginados, mientras el sistema judicial y fiscal sigue originando una impunidad escandalosa por su ineficacia y corrupción. Es éste un fenómeno que perjudica sobre todo, a la población más pobre y satura el sistema judicial con casos menores, produciendo en el esquema de Estados Unidos, mayores réditos a los sistemas penitenciarios que son privados; incrementando brutalmente, en cualquier caso, los presupuestos estatales y la sobrepoblación de las prisiones, que es un problema ya complejo. Según datos de la Secretaría de Gobernación mexicana, de diciembre de 2013, el gobierno gasta un promedio de 130 pesos diarios por cada uno de las más de 240 mil internos que hay en el país, lo que arroja un total de casi 32 millones de pesos al día y 11 mil 680 millones anuales, aproximadamente setecientos noventa millones de dólares estadounidenses.

En un país donde la impunidad llega hasta 96 por ciento, hurtar una cadena de oro podría “agilizar” tanto los mecanismos penales, que un inculpado conseguiría llegar al reclusorio en menos de 24 horas si no tiene dinero para costearse un abogado, como parte de una tendencia que se ha vuelto al mismo tiempo un negocio y un sistema de limpieza social. Casos de delitos “bagatelas” son atacados con toda fiereza mientras el crimen organizado y otros crímenes “de gran alcurnia” son deliberadamente ignorados en la mayoría de veces.

El origen de esta línea de endurecimiento, señala Juan Martín Pérez García, secretario ejecutivo de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), es la política de “cero tolerancia” promovida por el ex alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani, quien fue contratado por empresarios en 2003 para formular recomendaciones en materia de seguridad para el Distrito Federal.

Como promotor de la llamada “teoría de las ventanas rotas” –según la cual deben castigarse con severidad todas las faltas, incluyendo las menores, para evitar que éstas después se generalicen y se vuelvan más graves–, Giuliani “vendió” la idea de que no hay delitos pequeños, lo cual fue asumido por el gobierno capitalino como parte de su política de seguridad, dice el mexicano.

En abril de ese año, la Asamblea Legislativa del Distrito Federal aprobó reformas mediante las cuales desapareció el robo simple del Código Penal, por lo que este delito en cualquiera de sus modalidades se castiga con cárcel y sin derecho a fianza.

Lo anterior “generó una desproporción totalmente violatoria de los derechos humanos que se ha mantenido intacta e incluso se ha agudizado, con diversas reformas en las que ya no importa el monto de lo robado, sino que el sólo hecho de robar ya exige cárcel”, añadió el especialista.

En charla con La Jornada, un ex funcionario de la Procuraduría General de Justicia del DF –que pidió anonimato– confirmó que “por presión de las tiendas de autoservicio y de la COPARMEX (el equivalente de ANEP en El Salvador) a los Diputados de la Asamblea Legislativa, los robos menores comenzaron a ser castigados siempre con prisión”, cuando antes sólo ameritaba una multa si el costo de lo hurtado era menor a 20 salarios mínimos.

Dicho cambio provocó que “más o menos 90 por ciento de los casos que se llevaban a los juzgados de delitos no graves fueran de robos. Hasta decíamos en ese entonces: “Vamos a ser más bien los juzgados de Walmart”, recordó.

Para asegurarse que los autores de robos-hormiga, los vagos, prostitutas, drogadictos de la calle no van a salir libres, la parte acusadora tiene varias opciones para agravar el delito, como alegar que éste se cometió con violencia o con algún objeto con apariencia de arma, aunque no sea así, indicó el ex servidor público.

“Este proceso sale más caro para todo el sistema penal que la misma sentencia, sobre todo si se trata de bienes sin mucha cuantía. Cómo ya no se puede conciliar, el sistema se va saturando con pequeños robos, en vez de concentrarse en castigar delitos más graves”, deploró. Así, los brutales carteles de la droga mexicana, no solo no han disminuido sino al contrario, han proliferado y armado hasta los dientes, producto de una “guerra” iniciada por el gobierno y aconsejada por los norteamericanos, donde ya han muerto más de cincuenta mil personas.

Además de representar un gasto considerable para el sistema penal, la política de enviar a la cárcel a los autores de robos pequeños también significa un “negocio encubierto” entre funcionarios de agencias del Ministerio Público y empresas afianzadoras que prestan dinero a los familiares de los acusados para que salgan libres bajo caución, dijo Pérez García.

En Nueva York por su lado, la intensiva caída en la actividad de la fuerza pública, ha disparado una mezcla de preocupaciones en unos y de esperanza en otros. Los críticos han usado la oportunidad para arremeter contra la "teoría de las ventanas rotas", mediante la cual los crímenes de baja monta son vigorosamente perseguidos como manera de prevenir la ocurrencia de infracciones mayores.

Ese ha sido un principio fundamental de la política policial de Nueva York desde que Rudy Giuliani se convirtió en alcalde en 1994, pero ha sido muy criticado porque aplica castigos desproporcionados a las minorías pobres y marginadas. Algunos comentaristas se preguntan si la población empezará a notar que los previamente altos niveles de actividad policial son innecesarios para mantener la seguridad de la ciudad.

Muchos destacan una línea en particular de lo publicado por el Post: que la policía ahora "se hace la vista gorda en algunos crímenes menores y realiza arrestos sólo "cuando tiene que hacerlos", algo que evidenciaría el exceso de celo que ejerce normalmente la fuerza”.

“Los principales afectados por estas políticas estrictamente represivas, son los jóvenes y las personas sin dinero para pagar un abogado o sobornos para evadir la cárcel. Se ha dado a esto un uso de limpieza social, para atacar a los más pobres y generar una industria con ellos. También forma parte de una sociedad que va creciendo con el temor a los jóvenes, a quienes se les considera fuera de control”, dijo La Jornada (México, diciembre 2014)

Así, mientras la estrategias de “Ventanas rotas” del señor Giuliani, tienden a proliferar en la llamada franja de Mesoamérica (¡dónde los indígenas somos demasiado malos y los pobres son por su condición, criminales!), el narcotráfico y el lavado de dinero, convierte nuestros desangrados y pobres países, en paraísos del crimen organizado, que hoy sostienen y desarrollan las “maras”, como un ejército de sicarios que hacen el trabajo sucio, a lo cual debemos sumar la frustración social y la brutal brecha de desigualdad que nos persigue históricamente, las cuales actúan como gasolina en este fuego que amenaza con descontrolarse.

Sostengo, plenamente convencido, que somos capaces de controlar la violencia desatada, sin necesidad de consejos extravagantes, sólo si cumplimos con las políticas y planes trazados por el Gobierno actual y suscritas por el Consejo de Seguridad Ciudadana y Convivencia, entre las cuales se plantean la inmediata reestructuración de la Policía, el inicio de un cambio sostenido en el Sistema Penitenciario y el cumplimiento a los llamados del Presidente de la República, de afinar la administración de justicia y la fiscalía, en tanto se construye un sistema de justicia penal que funcione adecuadamente.

jueves, 8 de enero de 2015

Constitución y Estado de Derecho

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Las negrillas son para efectos de estudio. Se han editado, en la forma, algunos párrafos, para destacar el planteamiento.


LOS MITOS DE LA CONSTITUCIÓN SALVADOREÑA
Oscar A. Fernández O.

“Quiero morir siendo esclavo de los principios, no de los hombres” Emiliano Zapata.

"(...) Para nosotros está claro que el modelo neoliberal vigente desde hace años, desde que gobierna el partido ARENA, que proclama al mercado como el supremo hacedor y rector de todo lo que se hace y se deja de hacer, que proclama la ganancia y no la persona como el fin y objetivo del Estado, que proclama la superioridad del interés privado sobre el interés social y el interés público, ese modelo es contrario a la Constitución, viola la Constitución. Dicho en pocas palabras: el modelo neoliberal es inconstitucional.

(...)

El artículo 83 de la Constitución establece que la soberanía reside en el pueblo, que es el que mandata a los funcionarios, el que elige a sus representantes, pero la vida demuestra que se pueden adquirir voluntades una vez electos y dar la espalda al mandato ciudadano.

El artículo 84 define el territorio de la República y el 146 prohíbe tratados y concesiones que lesionen la integridad del territorio, la soberanía y la independencia y sin embargo, se han estado aprobando leyes que vulneran la soberanía, la independencia y prefieren el interés de monopolios y oligopolios tanto extranjeros como nacionales y sobre todo los extranjeros."

Así definía Schafik Handal, el desolado panorama del constitucionalismo en El Salvador. Basado en ello, es plausible pensar que el contrato social que solo existió en apariencia, debe ser repensado con el fin de rescatar la naturaleza política y social del Estado.

Podemos definir al Estado como “la comunidad de seres humanos fijada sobre un territorio determinado y que posee una organización de la que resulta para el grupo, considerado en las relaciones con sus miembros, una potestad superior de acción, de mando y de coacción” (Carré de Malberg)

Esta definición jurídica es claro ejemplo de una perspectiva amplia de Estado, constituido por tres elementos o condiciones existenciales: la población (dato demográfico o sociedad), el territorio y el poder (Estado en sentido estricto: gobierno, aparatos y ramas de poder). Pero frente a una compleja realidad, una teoría meramente jurídica es insuficiente para el análisis del Estado como forma de organización social, no obstante la doctrina jurídica nos ofrece un marco para el análisis no sólo del Estado como órgano de producción normativa, sino de esa totalidad o unidad política.

Aunque para Marx, el Estado es producto del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase, pues la anatomía de la sociedad civil hay que buscarla en la economía política, por lo general éste, señala, pertenece a la clase más poderosa, la clase económicamente dominante. Con esta advertencia científica, concluimos que el Estado salvadoreño es una realidad impuesta por la oligarquía burguesa, pero que aún desde este plano, podemos rebatir algunos enunciados que evidencian la mitología sobre la cual descansa la Constitución.

El Estado de Derecho excede un simple conjunto de normas constitucionales y legales, pues involucra a todos los ciudadanos, no sólo a diputados que legislan, al orden legal o a políticos que gobiernan, hemos sostenido desde hace mucho. La existencia de un verdadero Estado de Derecho (Rechtsstaat: I. Kant) se mide en el funcionamiento de las instituciones y en la praxis política cotidiana. El Estado de Derecho teóricamente, suministra la libertad para el libre juego de pensamiento y acciones y debe permitir las modificaciones y cambios que el proceso social requiera. No existen pues las llamadas “normas pétreas” o escritas en piedra. 

El Estado de Derecho excede el campo de lo jurídico para tocar el terreno de la política y la ética, pues existen derechos naturales de las personas, que son inalienables. 

Es indiscutible, entonces, la relación entre derecho y política. El derecho debería de emanar de la voluntad de los pueblos no de una élite económica, así el Estado estaría realmente limitado en su acción, por los derechos que esa voluntad encarna. El logro del bien común es el objetivo genérico del derecho. Si bien la democracia es una forma jurídica específica no puede limitarse a garantizar la alternancia en el poder de las diversas expresiones políticas, sino que debe avanzar en la institucionalización de principios y valores de justicia social distributiva

El derecho, para decirlo claramente, es un fenómeno politizado (es decir, de naturaleza política) pues dependerá del consenso alcanzado de forma democrática, aunque la formalidad de la democracia no proporciona automáticamente, un verdadero Estado de derecho. 

En otras palabras los derechos sociales deberían ser incorporados a los fundamentos del orden estatal mismo. Por lo que debemos aspirar a un Estado donde prevalezca antes que la exegesis de ley, la “razón de humanidad” que es lo que la radicalización de la democracia en este siglo XXI, debe profundizar, permitiendo que se plasmen en las conductas políticas democráticas de todos los días, la mutabilidad, el conflicto y los desafíos relativos al bien común. Para ello han de crearse canales donde fluyan las voluntades y se encaucen los procesos de desarrollo de las personas que constituyen todo el entramado democrático. 

Se requiere, pues, de una cultura política de la legalidad vista como la convicción de que no basta la existencia de un Estado de Derecho para que pueda hablarse de una sociedad justa, pues la justicia sólo se alcanza en un Estado verdaderamente democrático, donde se pueda proceder a distribuir la riqueza social. Es decir, en el marco de las normas establecidas por el ejercicio de una democracia directa y permanente de los ciudadanos.

En nuestra sociedad no existe un compromiso hacia las reglas del juego democrático encarnado en el derecho, porque el pueblo no es el creador de su propio contrato social, ya que este papel fue suplantado de facto por una oligarquía semi-feudal y prosaica, que organizó y ha manipulado al Estado a su antojo y conveniencia, hasta hoy que ha perdido poder de influencia y recurre a la sedición. El Estado de Derecho implica principios éticos, jurídicos y políticos que deben tener eco en las decisiones judiciales que fomenten el respeto a las reglas fundamentales de un juego social pactado de manera plural y equitativa, que no es el caso de El Salvador.

Comprender que el sistema legal no está al servicio de la mayoría de la población nacional, sino de los intereses de la clase dominante, es el punto de partida de una comprensión reflexiva, crítica y radical del derecho en la sociedad capitalista neoliberal. "La clase dominante logra mediante su empleo del sistema legal preservar un orden interior que permite a los intereses económicos dominantes conservarse y promoverse. La clase dominante sin embargo, no ejerce el control directo del sistema legal, sino que debe operarlo a través de los mecanismos del Estado". (Elena Larrauri: 1998)

Apelamos, por ello, a todas las reservas morales de la nación, primero a todos los trabajadores, hombres y mujeres, que a diario viven en la incertidumbre de su frágil subsistencia, brutalmente explotados hasta que son catalogados de “inservibles” para luego lanzarlos a la calle a su suerte; a todos los empresarios hastiados de los privilegios que se otorgan al capital extranjero y las cúpulas oligárquicas criollas; a todos los jóvenes que culminan agobiadoras jornadas de estudio con un título de “sin empleo”, a los sectores religiosos que constatan la falta de escrúpulos y de valores de quienes amasan fortunas atropellando la dignidad y los derechos ciudadanos, provocando una violencia social contestataria; a los adultos mayores, que tras una vida laboriosa son condenados a la pobreza por las AFP que se apropian de sus ahorros previsionales con fines especulativos; a las comunidades sedientas a las cuales se les quiere privar del derecho humano al agua; a lo mejor de la intelectualidad, a nuestra comunidad científica y académica, a nuestra Universidad de El Salvador y demás Universidades, a nuestros artistas y representantes culturales, a los pueblos originarios, a todos los sectores que sufren discriminación de clase o de género, para que sean parte activa en esta gran fuerza social y política que demanda un orden social e institucional en armonía con nuestro desarrollo histórico y cultural, abierto al conocimiento y a las nuevas tendencias que se plantean la defensa de la especie humana ante el peligro de una nueva catástrofe ecológica de impacto mundial. 

Tal objetivo no admite aplazamientos ni ambigüedades: fundar un gran movimiento ciudadano progresista, que exija la convocatoria a una Asamblea Constituyente, para que se establezca e imprima el rediseño de un Estado verdaderamente democrático y participativo, cerca del ciudadano y en favor de los más necesitados, que garantice los derechos humanos, económicos y sociales, devolviendo la soberanía nacional a manos del pueblo salvadoreño. 
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