La crisis de la oposición es la causa principal de la inminente victoria de Bukele en las elecciones de Febrero.
Por Colectivo Tetzáhuitl
¿Es Bukele invencible en esta próxima contienda electoral?
Ningún candidato es invencible en cualquier parte del mundo, pero en el caso de El Salvador todo indica que muy difícilmente Bukele será derrotado.
No perderá las elecciones presidenciales por méritos propios sino porque enfrenta a una oposición en crisis, decadente y sin conciencia de su inminente derrota.
Todas las encuestas de opinión, incluyendo las que no controla el oficialismo, le dan a Bukele una victoria arrasadora en primera vuelta.
Hay quienes sostienen que en otros países de la región, como Guatemala o Ecuador, las encuestas fallaron en sus pronósticos y predicciones.
Pero ese argumento suena a excusa barata.
La realidad de esos dos países es muy diferente a la nuestra.
Ni en Guatemala ni en Ecuador existía un candidato con tan altos niveles de aceptación ciudadana y que controlara todo el aparato de Estado.
En El Salvador, Bukele puede violar la Constitución impunemente y nadie tiene el poder para impedírselo.
A pesar de que su candidatura es inconstitucional y por tanto ilegal, el Tribunal Supremo Electoral no tuvo ningún empacho en inscribirla.
De entrada, se trata de un proceso viciado en el que la oposición ha decidido jugar.
Los partidos saben que van a perder y no obstante decidieron participar.
Acá la interrogante es: ¿Por qué los partidos de oposición, incluyendo al FMLN, participan de un proceso electoral viciado, ilegal, en el que no controlan las reglas del juego, a sabiendas de que su participación le concede cierta legitimidad a la consulta presidencial y que no tienen ningún chance de ganar?
¿Son tan ingenuos o su desconocimiento político llega a tales extremos que no saben leer las encuestas?
Algunos llegan al ridículo de asegurar que la popularidad de Bukele va en caída libre y que llegado el Domingo 4 de Febrero se verán sorpresas.
A estas alturas (a menos de un mes del evento electoral) ya no cabe esperar ninguna sorpresa.
Meses atrás, incluso en este colectivo de análisis, éramos de la opinión que en política nada está escrito en piedra y que las cosas podían cambiar a raíz de nuevos sucesos que pudieran ocurrir.
Pero al final no pasó nada novedoso.
La oposición no nos sorprendió con una campaña inteligente y creativa que atacara los puntos débiles de la gestión presidencial de Bukele.
Ningún candidato pudo denunciar el autoritarismo bukeleano con energía y eficacia, como sí lo hicieron algunas organizaciones de la sociedad civil.
Y tampoco pudieron vincular el deterioro de las condiciones de vida de la población y las bajas proyecciones de crecimiento y dinamismo de la economía con las decisiones ejecutivas tomadas por Bukele y su equipo de trabajo en estos ya casi 5 años de gobierno.
Los candidatos presidenciales no pudieron desmontar la sofisticada campaña de desinformación del gobierno acerca de las precarias condiciones económicas y sociales del país.
Nadie hizo ver que la economía no crece a una tasa mayor porque este gobierno nunca diseñó una estrategia de desarrollo económico quinquenal, tal como le obliga la Constitución.
Ningún candidato fue capaz de poner en evidencia la política económica neo liberal y pro oligárquica del clan Bukele.
Tampoco se pusieron al descubierto los pactos con la oligarquía y la defensa que Bukele y sus aliados en la derecha hicieron de los intereses oligárquicos en detrimento de la población, sobre todo de las familias pobres y excluidas del país.
En ninguna de las escasas propuestas de gobierno que se conocieron hubo siquiera alguna referencia a desmontar la estructura de privilegios que los grupos oligárquicos construyeron en los 20 años de gobierno de ARENA.
Nadie propuso, ni siquiera el candidato del FMLN, una reforma tributaria progresiva donde “el que gana más paga más impuestos”
Nadie habló de establecer un impuesto al patrimonio de los 160 millonarios que concentran más del 90% de la riqueza nacional en el país.
Tampoco hubo una propuesta de aumento al impuesto a las ganancias y a la repatriación de utilidades del capital extranjero.
No entró al debate el tema de la fracasada y falsa reforma previsional aprobada por Bukele que continúa manteniendo bajas las pensiones de los trabajadores y altas las ganancias de las AFP’s.
Ninguno de los candidatos presidenciales denunció que la reforma previsional de Bukele solo pretendía resolver un problema de financiamiento y pago de la deuda pública.
El tema del salario mínimo y el alto costo de la vida no ocupó una parte importante de la agenda electoral de los candidatos presidenciales.
Ningún candidato ha formulado a la fecha y a escasos días de las elecciones alguna propuesta de incremento salarial, como sí lo hicieron en el pasado los dos gobiernos del FMLN.
Tampoco han propuesto medidas para combatir la inflación y bajar el costo de la vida.
Es como que si deliberadamente le han dejado el terreno libre a Bukele para que continúe con su demagogia que lo hace aparecer como un líder populista, vinculado a las aspiraciones populares y preocupado por las necesidades de los pobres.
Nadie lo desenmascaró durante la campaña ni lo presentó como lo que es: Un Presidente pro oligárquico y neoliberal, derechista y ultra conservador, además de mentiroso, demagogo y corrupto que no cumplió ni siquiera con un 10% de sus ofertas electorales, formuladas en el 2019.
De ARENA puede esperarse cualquier cosa.
Por 20 años fue el partido orgánico de la Oligarquía.
No tiene por qué entonces albergar un sentimiento anti oligárquico y menos anti capitalista.
No tiene por qué ser oposición de un aliado de los grupos de poder en el país.
En cambio, Manuel “el chino” Flores, candidato presidencial del FMLN, se suponía que era otra cosa.
Él debió tomar distancia de José Luis Merino, el dirigente del FMLN que ha montado desde 2012 una alianza política y empresarial con Nayib Bukele y su clan familiar.
Lejos de eso guardó un silencio cómplice y omitió hacer de esta alianza un tema de campaña y de ataque político electoral hacia Bukele y hacia la dirigencia de su partido que participa de este acuerdo espúreo con beneficios tangibles.
Por alguna razón, el chino Flores ha evitado las referencias hacia ese tema, a sabiendas que esta alianza, y no los gobiernos del FMLN, es la responsable de la debacle política y electoral de la izquierda partidaria en el país.
A pesar del autoritarismo y las violaciones frecuentes a la Constitución por parte de Bukele y de varios de sus funcionarios, la reelección la tiene asegurada desde hace tiempo.
Trabajó para eso y recibió la ayuda de la oposición que no ha podido recuperarse de su crisis de credibilidad y confianza.
Sin dejar de mencionar que según las encuestas de opinión el tema del autoritarismo, los atentados a la democracia, las constantes violaciones al Estado de Derecho y a la Constitución no parecen importarle a la población.
Nos atreveríamos a decir que la mayoría de los ciudadanos no solo no entienden estas violaciones sino que tampoco son motivo de preocupación y menos de rechazo.
Por eso como lo advertíamos al inicio de estas reflexiones: Bukele va a ganar fácilmente un segundo mandato presidencial, por muy inconstitucional que sea, no tanto por mérito propio sino porque la oposición no tiene capacidad para ganar las elecciones y recuperar la confianza perdida.
Requiém para la oposición!