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Las negrillas, sangrías y separación de algunos párrafos son nuestros para efectos de estudio.
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Han pasado dos años desde aquel 1 de junio de 2009 que cambió el rumbo de la historia patria y permitió la llegada al gobierno de una coalición de fuerzas de izquierda y de centro. Han sido muchos los conflictos y los consensos, los avances y retrocesos, los logros y compromisos cumplidos y los aun pendientes, los problemas y sus respuestas, las percepciones y espejismos, las continuidades y rupturas, en fin, la brecha entre los discursos y las realidades.
“Pueblo de mi patria, es un inmenso honor para mi recibir esta banda presidencial. Lo hago con humildad, con conciencia de las responsabilidades que entraña y de los compromisos que debo cumplir. Seré fiel al juramento que he hecho, guiándome por los intereses nacionales y por el afán de servir, sobre todo, a la población más desfavorecida.” Así empezó el presidente Funes su discurso de toma de posesión en el 2009 en la Feria Internacional.
Desde entonces ha pasado mucha agua por el molino del puente y es preciso evaluar. Para este balance partiremos de cuatro criterios: propuesta, logros, vacíos y desafíos; en una muestra de cuatro de las áreas principales de la gestión ejecutiva: economía, seguridad, exterior y social.
Asimismo no podemos obviar que el factor externo fundamental que marcó estos dos primeros años del presidente Funes fue el impacto causado por la violenta deposición del presidente hondureño Mel Zelaya. Ese golpe de estado del 28 de junio de 2009 seguramente le enseñó al joven presidente lo que podía sucederle –enviarlo en pijama a otro país-en caso que las cosas se precipitaran y los poderes fácticos se vieran seriamente amenazados.
A nivel de factor interno fundamental, el crecimiento del crimen organizado en su modalidad de narcotráfico, sus vinculaciones con el fenómeno de las pandillas juveniles y su expansión territorial e institucional, constituye la amenaza fundamental que atraviesa el país.
De una economía neoliberal a una economía en beneficio de la gente. El presidente Funes se comprometió a romper con las prácticas vinculadas al modelo neoliberal que destruyó parte sustancial de nuestro tejido productivo y benefició exclusivamente a la oligarquía. Ha empezado a hacerlo, pero tímidamente. La más nefasta herencia de los regímenes areneros fue la dolarización y el presidente Funes teme revertirla. De no hacerlo y de no aplicar una firme reforma tributaria, seguiremos endeudándonos y la economía seguirá colapsada. Le quedan tres años para decidirse a actuar.
El desafío de la seguridad.
El presidente Funes se comprometió con disminuir los niveles de delincuencia y encarcelar a los corruptos. Ha empezado hacerlo, pero tímidamente, gota a gota, corrupto por corrupto. La más nefasta herencia de los regímenes areneros fue precisamente crear un clima de impunidad, corrupción y de inseguridad como proyecto empresarial, para favorecer la seguridad privada. El presidente Funes teme castigar a los corruptos. De no hacerlo y de no aplicar una inteligente estrategia contra el crimen, la delincuencia y sus patrocinadores ganaran la batalla y seremos un país fallido y además de nuevo militarizado.
Una política internacional independiente.
El presidente Funes se comprometió con desarrollar una política exterior independiente. Ha empezado a hacerlo, pero tímidamente. Abre relaciones con Cuba, pero las fortalece con Taiwán. Le teme al ALBA. La más nefasta herencia de los regímenes areneros fue su política de completo servilismo ante los estados Unidos. El presidente Funes teme romper con esta práctica. De no hacerlo y de no aplicar una política exterior soberana, El Salvador seguirá siendo un país subordinado a intereses extranjeros.
La responsabilidad social.
El presidente Funes se comprometió a gobernar sirviendo a la “población más desfavorecida.” Ha empezado a hacerlo, dejaron de cobrar en los hospitales y entregaron uniformes y útiles en las escuelas. Pero le teme a la industria farmacéutica. Y le teme a la oligarquía. La más nefasta herencia de los regímenes areneros fue su completa sumisión a los dictados del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. Fueron estas órdenes las que destruyeron la agricultura y crearon miles de miles de pobres. El presidente Funes teme romper con esta práctica. De no hacerlo y de no tomar medidas para cerrar la brecha de la pobreza, nuestra gente seguirá siendo obligada a buscar otros cielos para ganarse la vida.
Conclusiones y perspectivas.
El Gobierno Funes es un gobierno caracterizado por la timidez -no por la prudencia- sino por la timidez. En estos dos años predominó la continuidad y no la ruptura. Debe de asumir el combate a la pobreza como el eje principal de su gestión y esto se logra con cambios estructurales que garanticen empleo así como enfrentando el costo de la vida con medidas enérgicas. Esas fueron sus promesas. ¿Quién dijo miedo?
Por otra parte, uno de los principales logros del proceso iniciado el 1 de junio, ha sido modificar la composición de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, la cual esta cambiando el panorama político institucional. A nivel regional la llegada este día de Mel Zelaya a Tegucigalpa abre una nueva etapa del proceso de luchas populares. Es significativo que lo que hace dos años fue una derrota hoy se transforma en una victoria. Aunque hay que esperar la respuesta de la derecha.
Al presidente Funes le quedan tres años, y ojala que logre avanzar en el cumplimiento de sus promesas. Hay todo un pueblo que se lo agradecerá, pero también que se lo exigirá en las calles de no hacerlo.
Roberto Pineda
San Salvador, 28 de mayo de 2011
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