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Las negrillas, subrayados, separación de algunos párrafos y publicación por partes son para efectos de estudio.
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El Salvador: paisajes políticos y paisajes electorales
Por Roberto Pineda
A esta altura del partido en el país, no todo lo político es electoral, pero si todo lo electoral es político. Cada fuerza social y política rompe con la cultura del último minuto y se prepara con mucha anticipación – año y medio-para colocarse en los primeros lugares de la carrera electoral presidencial. Y en esta situación, es conveniente distinguir entre escenarios políticos y escenarios electorales.
En política, las percepciones se convierten en realidades. Si alguien es percibido como débil esa es la realidad. Si alguien es percibido como fuerte esa es la realidad. Es una realidad mediática que termina por imponerse y determinar la imagen, no obstante que es una realidad construida, inducida, facilitada, pero se vuelve real, objetiva, fáctica. Lo que no significa que no pueda modificarse. Es posible, así como es posible que una simple cascara en el camino haga deslizar y derribe a un gigante.
A continuación abordamos estos aspectos, desde una óptica de movimiento popular o sea de izquierda social. Lo hacemos desde varios niveles de análisis: desde el teórico, desde el fotográfico (la situación del momento) y desde la prospectiva (hacia futuro).
Lo político y la política del paisaje salvadoreño
Cuando nos referimos a lo político estamos hablando de ese amplio espectro que abarca una parte de la superestructura del edificio social y que se refleja en el aparato político-jurídico, que comprende el estado y su sistema político, incluyendo los partidos y las elecciones. La otra dimensión de lo superestructural es lo ideológico. Y la base del edificio social es la estructura económica, en este conocido esquema de análisis.
Mientras que cuando hablamos de la política nos referimos a las diversas expresiones de la lucha de clases, una de las cuales es precisamente la lucha política. Pero también está la lucha económica y la lucha ideológica. Lo político es el marco institucional legal, mientras que la política es el choque de intereses y visiones entre las diferentes fuerzas sociales que se disputan el control del estado.
Lo político es lo estable y continúo mientras que la política es el movimiento, el choque, la pelea entre fuerzas sociales con proyectos divergentes de país, que van originando las diversas correlaciones de fuerza, los distintos momentos y panoramas coyunturales.
El actual sistema político salvadoreño se establece en 1982, en el marco de un conflicto militar, y se fortalece en 1992 con la incorporación de la izquierda armada a la lucha política electoral. Y este sistema recibe en el 2009 un nuevo empuje, al verificarse la alternabilidad electoral sin ningún tipo de crisis significativa. El sistema comprobó por medio de la alternabilidad que podía asimilar cualquier opción política sin desmoronarse.
En lo político los niveles de consenso o disenso de las fuerzas sociales o políticas alrededor de las políticas de país, impactan profundamente en el funcionamiento de las instituciones del estado. En nuestro caso, la polarización ha sido la norma y no la excepción. Y lo seguirá siendo mientras no se modifique la actual correlación de fuerzas, que es de equilibrio, y viene así desde el conflicto armado.
Esta es una herencia de doce años de guerra que tuvo un desenlace negociado, por lo que el proyecto de país sigue sin definirse. Los cuatro gobiernos de ARENA no lograron romper este ciclo. Eso vuelve cada elección una batalla decisiva. Lo político – aunque cada vez menos- sigue vinculado a la disputa histórica por la continuidad o ruptura del sistema.
Lo político determina la política. Las líneas de los partidos y las acciones de los movimientos sociales, tanto empresariales como populares, así como la cotidianidad del ciudadano están atravesadas por las decisiones que desde lo político realizan los sectores gobernantes y que impactan en el ciudadano y en su economía, seguridad, costo de la vida, empleo, educación, salud, etc.
En la política impactan positiva y negativamente las políticas gubernamentales; las políticas municipales, las visiones y decisiones empresariales y de los sectores populares; la actitud de poderes fácticos que no van a elecciones, pero mandan, como son las Fuerzas Armadas, la Iglesia, los Medios de Comunicación, y los Estados Unidos, entre otros.
En la política existe una campaña electoral en curso, con un candidato débil con un programa fuerte; un candidato fuerte con un programa débil y la posibilidad de un candidato fuerte con un programa fuerte.
Pero a la vez existen otras variables a considerar en este horizonte, son el aparato partidario y la estrategia electoral. Y la ultima pero quizás la más importante, una sólida y bien protegida alcancía, o sea las finanzas, el financiamiento de la campaña. La fuerza política que logre combinar de manera adecuada estas cinco variables lograra despejar la incógnita de la ecuación, y por lo tanto, encontrar el tesoro de la victoria electoral.
El actual sistema político salvadoreño se establece en 1982, en el marco de un conflicto militar, y se fortalece en 1992 con la incorporación de la izquierda armada a la lucha política electoral. Y este sistema recibe en el 2009 un nuevo empuje, al verificarse la alternabilidad electoral sin ningún tipo de crisis significativa. El sistema comprobó por medio de la alternabilidad que podía asimilar cualquier opción política sin desmoronarse.
En lo político los niveles de consenso o disenso de las fuerzas sociales o políticas alrededor de las políticas de país, impactan profundamente en el funcionamiento de las instituciones del estado. En nuestro caso, la polarización ha sido la norma y no la excepción. Y lo seguirá siendo mientras no se modifique la actual correlación de fuerzas, que es de equilibrio, y viene así desde el conflicto armado.
Esta es una herencia de doce años de guerra que tuvo un desenlace negociado, por lo que el proyecto de país sigue sin definirse. Los cuatro gobiernos de ARENA no lograron romper este ciclo. Eso vuelve cada elección una batalla decisiva. Lo político – aunque cada vez menos- sigue vinculado a la disputa histórica por la continuidad o ruptura del sistema.
Lo político determina la política. Las líneas de los partidos y las acciones de los movimientos sociales, tanto empresariales como populares, así como la cotidianidad del ciudadano están atravesadas por las decisiones que desde lo político realizan los sectores gobernantes y que impactan en el ciudadano y en su economía, seguridad, costo de la vida, empleo, educación, salud, etc.
En la política impactan positiva y negativamente las políticas gubernamentales; las políticas municipales, las visiones y decisiones empresariales y de los sectores populares; la actitud de poderes fácticos que no van a elecciones, pero mandan, como son las Fuerzas Armadas, la Iglesia, los Medios de Comunicación, y los Estados Unidos, entre otros.
En la política existe una campaña electoral en curso, con un candidato débil con un programa fuerte; un candidato fuerte con un programa débil y la posibilidad de un candidato fuerte con un programa fuerte.
Pero a la vez existen otras variables a considerar en este horizonte, son el aparato partidario y la estrategia electoral. Y la ultima pero quizás la más importante, una sólida y bien protegida alcancía, o sea las finanzas, el financiamiento de la campaña. La fuerza política que logre combinar de manera adecuada estas cinco variables lograra despejar la incógnita de la ecuación, y por lo tanto, encontrar el tesoro de la victoria electoral.
Y son por lo menos tres las fuerzas en disputa. Y se han lanzado ya dos toreros al ruedo…y falta uno.
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