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EL PROBLEMA DE LA VIVIENDA EN EL SALVADOR
José Roberto Osorio
Sociólogo
Una de las graves consecuencias o evidencias de la crisis presente, es el problema de la vivienda, particularmente la de interés social, aunque es sin duda un problema estructural, dada su persistencia y magnitud.
Al darle seguimiento al asunto se nota que los precios, tanto de alquiler como de compra andan por las nubes. ¿Viviendas en alquiler por US$5,000.00? ¿Apartamentos, de una habitación por US$2,500.00? ¿Apartamentos a la venta por US$850,000.00? Con el agravante que hoy pueden alquilarle una pieza por US$500.00 bajo el nombre sexy de mini apartamento, o que es “tipo estudio”. Estos precios exorbitantes nos recuerdan más bien a Miami Beach donde tal vez es posible encontrar inmuebles más baratos.
Viviendas relativamente baratas hay solo en las zonas en las que impera la muerte y la violencia, pero son justamente las áreas de donde han migrado las familias en busca de lugares menos inseguros, incluso algunos, hacia otros países. Y en tales zonas, lo barato puede salir extraordinariamente caro.
La situación es muy grave y no parece que por el momento, se disponga de las medidas integrales para iniciar la solución.
Es cierto que factores extraeconómicos como los sismos, que destruyeron buena parte de la infraestructura de vivienda en el país, sin que después se haya recuperado o reconstruido, el crimen organizado que amenaza y usurpa viviendas de gente pobre, asimismo la depresión de la economía que impide a las personas disponer de un ingreso decente para acceder a soluciones habitacionales dignas, han sido factores contribuyentes a la crisis y que estos se hayan unido a la falta de políticas e intervenciones estatales, inteligentes, creativas y de buena calidad para facilitar que las mayorías populares puedan acceder a una vivienda donde tener un mínimo de seguridad, guarecerse de las inclemencias del tiempo y constituir la principal base material para la familia.
Citando fuentes oficiales, algunos informes de principio de los 2000 indicaban que el déficit habitacional en el país ascendía a 554, 324 viviendas, cifra que debido a varios esfuerzos se habría reducido más recientemente a unas 400,000 viviendas.
Funcionario vinculado al tema, señaló en una entrevista en 2015 (http://www.transparenciaactiva.gob.sv/), que según datos del Banco Mundial (BM) y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el déficit de vivienda en el país era del 58%.
Sobre el particular, a efecto de tener un diagnóstico relativamente completo, objetivo y basado en cifras oficiales, conviene utilizar la información de la EHPM-2015, producida por la DIGESTYC.
En tal documento se indica que en ese año, la cantidad de hogares fue de 1, 761,772 de los que el 95.1 % habitaron en casa privada o independiente; el 1.3% en” pieza en casa”; el 1.6% en pieza en mesón, y el 1.2% en condominio. Un restante 0.8% habitaba en apartamento, casa improvisada, rancho o vivienda temporal.
Un poco más de la mitad de los hogares eran propietarios de la vivienda, el 22.1% tenían la calidad de “ocupantes gratuitos” y la de “inquilinos” el 13.4%.
Considerando la ubicación de las viviendas, las cifras cambian entre lo rural y lo urbano, observándose que en el área rural se incrementan los propietarios, no hay inquilinos y aumentan los ocupantes gratuitos.
El material de la vivienda es importante ya que se encuentra muy relacionado con la calidad de vida de los que habitan en ellas, por ejemplo, la salud de los menores y ancianos de la familia.
Aun hoy día el 14.1% de las viviendas del país tienen paredes de adobe y el 74.6% de concreto o sistema mixto. En el área rural cambian las proporciones, ya que las viviendas con paredes de sistema mixto son el 54% y de adobe el 27%, aproximadamente.
El 40.2% de los hogares moraban el año comentado en viviendas con piso de ladrillo de cemento; otro 25.1% con piso de cemento y un 16.5% con piso de tierra. Por otra parte, en el área rural los hogares residían en viviendas con piso de cemento, (34.8%); tierra, (31.8%).
En cuanto al material preferente de construcción del techo, la mayoría de viviendas lo tenían de lámina, (41.4% y de asbesto o fibro cemento el 32.1%. La teja de barro o cemento recubría el techo del 23.6% de las viviendas.
En el área rural, la lámina de metal cubría el techo del 48.6% de las viviendas y la teja de barro o cemento el 40.1%; en tanto la lámina de asbesto solo techaba al 10.4% de las viviendas.
Se ha señalado enfáticamente que el hacinamiento representa un grave problema y resulta ser un indicador básico para medir la calidad de vida en los hogares. A mayor hacinamiento las familias están expuestas a riesgo más altos de violencia doméstica, desintegración familiar, bajo rendimiento escolar y problemas de integridad física y moral particularmente de niñas y niños.
Este indicador se determina como porcentaje de los hogares en viviendas con 3 o más personas por dormitorio exclusivo. A nivel nacional el 44.4% de los hogares viven en condición de hacinamiento, tasa que se eleva al 61.4% en el área rural.
En cuanto a la dotación de servicios se observó que el 95.4% de los hogares contaba con acceso a servicio de alumbrado eléctrico, siendo menor la proporción en el área rural: 90.6% y aunque los porcentajes son bajos, aun se reportan la candela y el kerosén como fuentes de iluminación de las viviendas.
El 98.3% de los hogares urbanos disponía de agua por cañería y en el área rural el 73.6%. Otras fuentes de agua eran en ambas zonas y con proporciones distintas, el agua de pozo y otros medios.
La encuesta reveló demás que el 11.1% de los hogares realizaban a nivel nacional algún tratamiento del agua para beber, en tanto el 71.6% no lo hacía. El 17.3% compraron agua envasada.
Los focos de infección pueden evitarse en la medida que las viviendas tengan un tratamiento eficiente de las excretas, por lo cual la EHPM da seguimiento a este indicador. En efecto, la tenencia de servicio sanitario, dentro o fuera de la vivienda, fue en el área rural de 87.0% y en el área urbana de 93.7%.
En el área rural el 53.9% tiene acceso a letrina privada. En el área urbana es principalmente por letrina privada con el 55.9% e inodoro y fosa séptica con el 14.3%.
Datos oficiales indican que el 55.1% de los hogares se deshacen de las aguas residuales “tirándolas a la calle o al aire libre” y el 37.7% mediante alcantarillado. La situación es complicada en este rubro y amerita por supuesto, mejores y mayores acciones públicas, dadas las complicadas consecuencias que es fácil y posible advertir.
A nivel del país, el 51,1% de los hogares disponen de la basura que no reciclan mediante recolección domiciliaria pública, el 37.4% a quema y el 5.7% la tira en cualquier parte, conducta visible en muchas zonas del país., tanto urbanas como rurales. En le área rural la situación es mucho más problemática ya que el 75.3% de los hogares hace desaparecer la basura mediante la quema y el 9.8% la pone en cualquier lado.
A nivel nacional como fuente de energía para cocinar, el 84.4% de las familias usan el Gas Licuado de Petróleo, (GLP-Propano), y usan leña el 11.1%.
En la zona rural la situación se complica ya que el 24.0% de los hogares usa leña para cocinar, lo que compromete la salud de las personas, por el humo esparce partículas dañinas para la salud.
Muy recientemente se ha reconocido que los esfuerzos anteriores no han sido suficientes debido a la compleja problemática del sector, por lo que algunas instancias encaminan sus iniciativas a propuestas novedosas e integrales, que permitan incidir sobre las necesidades globales para disminuir el déficit cuantitativo habitacional, aunque no se dice nada del cualitativo. A esto debe agregarse la demanda por nuevos hogares y la reposición por obsoletas.
Es sabido que a una familia en situación de pobreza le es completamente imposible tener acceso a una vivienda digna, segura, confortable y resiliente, por lo cual la intervención estatal es urgente y necesaria para enfrentar este desafío enorme que está relacionado con el bienestar de la gente , el futuro y el desarrollo del país.
Las autoridades parecen responsablemente conscientes de la limitada disponibilidad del territorio lo que demandará de esfuerzos adicionales para conciliar la urbanización con el uso sostenible de los recursos naturales y el ambiente, para la construcción de todas las viviendas dignas que hacen falta.
El problema de la vivienda en el país puede agravarse en el futuro inmediato si se tiene en cuenta la presión que ejercen los cientos de miles de nacionales de países hermanos de América Central que han venido a vivir aquí y la debacle que causaría la repatriación masiva de connacionales desde un país del Norte.
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Las opiniones del presente artículo son de exclusiva responsabilidad del autor. Las negrillas con mías para efectos de estudio. EH.
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